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EL OTRO

 Por Jorge Luis Borges    (Fragmento) De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió un artificio análogo. —Oí  —le dijé —, ¿tenés algún dinero?. —Sí  —me replicó —. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón Jichlinski en el Crocodile . —Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien... ahora, me das una de tus monedas. Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció uno de los primeros. Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez. —No puede ser  —gritó —. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro. (Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.) —Todo esto es un milagro  —alcancé a decir — y lo milagroso da miedo. Quienes fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados

LOS FAVORES DE LA LUNA

 Por Charles Baudelaire    La Luna, que es el capricho mismo, miró por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo: «Esta niña me gusta». Y bajó suavemente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. Después se extendió sobre ti con la blanda ternura de una madre y depositó sus colores sobre tu rostro. Tus pupilas quedaron por ello verdes y tus mejillas extraordinariamente pálidas. Contemplando a esta visitante, tus ojos se han agrandado tan extrañamente, y tan tiernamente ha ceñido ella tu garganta, que te ha quedado un continuo deseo de llorar. Sin embargo, en la expansión de su alegría, la Luna llenaba toda la estancia, como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso y toda esa luz viviente pensaba y decía: «Tú sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás bella a mi manera. Amarás lo que yo amo y me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar inmenso y verde; el agua informe y multiforme; el lugar donde no estés; el amante que

EL TIRSO

 Por Charles Baudelaire    A Franz Liszt ¿Qué es un tirso? En sentido moral y poético, es un emblema sagrado en manos de sacerdotes y sacerdotisas que alaban a la divinidad de la que son intérpretes y servidores. Pero físicamente no es más que un bastón, un simple palo, una estaca, tutor de viña, seco, duro y recto. Alrededor de ese palo, en meandros caprichosos, juegan y retozan tallos y flores, éstas sinuosas y huidizas, aquellas colgantes como campanas o copas volcadas. Y una gloria sorprendente brota de esta complejidad de líneas y de colores, apagados o resplandecientes. ¿No parece que la línea curva y la espiral hacen la corte a la línea recta y danzan a su alrededor en muda adoración? ¿No sé diria que todas esas corolas dedicadas, todos esos cálices, explosiones de aromas y colores, ejecutan un místico fandango alrededor del hierático palo? Y, sin embargo, ¿qué mortal imprudente osaría decidir si las flores y los pámpanos fueron hechos para el palo, o si el palo es tan sólo el p

EPÍLOGO

   Por Charles Baudelaire    Bien sabes, oh Satán, patrón de mi angustia, que no fui allí para derramar lágrimas vanas; sino como un viejo lascivo de una vieja amante, quería embriagarme con la enorme ramera cuyo encanto infernal me rejuvenece siempre. Duermas aún entre las sábanas de la madrugada, pesada, oscura, resfriada, o te pavonees entre los velos de la tarde con pasamanería de oro                                                                        [ f ino, ¡te amo, oh capital infame! Cortesanas y bandidos, así a menudo ofrecéis placeres no comprendidos por los vulgares profanos . _ Se trata del texto que cierra la colección de Pequeños poemas en prosa  de El esplín de París .

BAUDELAIRE O LA VOCACIÓN DEL POETA

 Por André Coyné    (Fragmento) La soledad de Baudelaire no lo ha preservado de muchos aplausos consiguientes. No lo preserva de nuestro homenaje; al menos convendría despojar este acto de todo carácter impersonal, hasta diría de todo carácter colectivo. Si bien es necesario que yo hable en voz alta, guardemos un silencio más profundo para oír la voz que íntimamente nos diga la dificultad, el pavor de ser hombre, y al mismo tiempo nos hable el dúctil lenguaje de los orígenes. Reunidos en honor a Baudelaire, procuremos abstraernos de quienes nos rodean, cada cual solitario en medio de otros solitarios, en espera de la única comunión posible, comunión de soledad con aquel que escribió en Mi corazón al desnudo : “Desde niño, conciencia de la soledad . A pesar de la familia —y sobre todo entre mis compañeros— conciencia de un destino eternamente solitario. No obstante, viva inclinación por la vida y el placer”. Volveré sobre el último punto: básteme ahora colocar nuestra reunión bajo el

POIESIS

 Por Lizardo Cruzado    Corta tu cuello con el arco de un violín Destroza tu cráneo contra la superficie del lago Enloquece ante un cuerpo que tiembla y vive y camina Incrusta una uña rosada en tus ojos abiertos Envenénate con el rocío que amanece sobre la Vida Ahórcate con un cabello robado del cráneo amado Devora una hoguera encendida en el centro del mundo Desuella tu piel contra la lengua de la Primavera Arrójate contra la sonrisa del aire y su puñal transparente Enfréntate con la Nada que se oculta tras la esquina.

LAS CIUDADES TAMBIÉN LLORAN

 Por Lizardo Cruzado    (Fragmento) Ciertamente son escasas... Apenas desprendidas, los ojos de la Ciudad se secan. Entonces alguien vendrá a cubrir con periódicos las lágrimas. Y después las confundirán con los suicidas.

POIESIS

 Por Lizardo Cruzado    La Poesía es como aquellos actos que hacemos de noche cuando yacemos en el lecho profundamente dormidos —verbigracia: esconder el aterido pie bajo la sábana, sosegar un álgido escozor ventral o dar la espalda a una impertinente luz—. La Poesía es semejante a tales acciones, diferentes a los sueños, pero igualmente maravillosas, realizadas con toda exactitud y precisión aún a ciegas, como si estuviésemos despiertos de algún misterioso modo en medio de los sueños, o dirigidos por alguien que habita en nosotros pero que es mucho más fuerte y también más sabio. Actos que al despertar no recordaremos ni podremos concebir, más gracias a los cuales dormimos plácidamente toda la noche y podemos también soñar... Como esos actos, la Poesía es.