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POETAS EN LA LIMA DE LOS AÑOS TREINTA (I)

 Por Emilio Adolfo Westphalen    (Fragmento) El arco de mis intereses se fue ampliando por influencia de dos condiscípulos: Estuardo Núñez y el que más adelante adoptaría por nombre Martín Adán, cuyas normas de evaluación eran particularmente exigentes para su edad. Ignoro qué orden o concierto habían dispuesto ellos para sus lecturas. Las mías se acumularon como vinieran: autores antiguos y modernos, cuento, novela y teatro, ensayo y poesía, los clásicos españoles en toda la gama, desde el Poema del Cid y el Arcipreste hasta Larra, Espronceda y Moratín, la generación del 98 completa, Ortega y sus discípulos, Gómez de la Serna, Gabriel Miró, mezclados con traducciones de Baudelaire, Flaubert, Nerval, Stendhal, France, Giraudoux, Morand y la gran revelación a los quince años: los primeros tomos de  À la recherche du temps perdu  en la traducción de Salinas. Un tal hartazgo y empacho de literatura no despertaron en mí la mínima veleidad de imitación, a diferencia de mis dos compañeros e

UNDERWOOD

   Por Martín Adán   Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas. Por ellas se va con la policía a la felicidad. La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras. No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido. Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas  de tráfico. Las casas rumian sus paces de buey. Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría. Límpiate de entusiasmos los ojos. Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena. Los hombres que tropiezan tienen la carne encallecida de  oficina. El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo. Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres. ¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma. La ciudad lame la noche como una gata famélica. Y tú eres un hombre feliz, quizá el único homb

ALOYSUS ACKER

 Por Martín Adán    (Fragmento) ¡Muerto!... En cuanto miro, no veo Sino tu naríz de hielo. Qué estado perfecto!... ¡Como si Dios creara de cierto!... ¡El no nacido, el no engendrado, muerto! Flores, lágrimas, candelas, Pensamientos, Todo demás, todo demás; Como el deseo... En mi ardida sombra de adentro, Real como Dios, por modo infinito Y sensible, yaces muerto! Yazgo muerto. Y por tí no llora el perro; Y por ti no aúlla la madre; Y por ti calla y no se enjuga el sepulturero. Y ninguno es más sordo, Y ninguno es más ciego, Y ninguno es más ninguno, más yo mismo, sin                                                           (tú alguno, Que tú, el hallado, el rehallado, El perdido, yo o tú, si no es el tiempo, Y siempre, y siempre y nunca El tú que soy y que es el sino, El hermano mayor, el hermano pequeño... Y he de ser el vivo, El Muerto. ¡Como seré vivo, Tú muerto!... El que compra la casa. La que vende su cuerpo, Él, ella, es el otro, Ninguno sin mí, el quedado O el ido en la redor