Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Flores

ELEVACIÓN

 Por Charles Baudelaire    Por encima de estanques, por encima de valles, De montañas y bosques, de mares y de nubes, Más allá de los soles, más allá de los éteres, Más allá del confín de estrelladas esferas, Mi espíritu, te mueves con toda agilidad, Y cual buen nadador que se ofrece a las olas, Alegremente surcas la inmensidad profunda Con voluptuosidad indecible y viril. Vuela lejos, muy lejos, de estos miasmas mórbidos, Sube a purificarte al aire superior Y bebe, como un puro y divino licor, La luz clara que inunda los límpidos espacios. Detrás de los hastíos y los vastos pesares Que abruman con su peso la vida neblinosa, ¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos, Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras, Levantan hacia el cielo matutino su vuelo; —Y domina la vida, y entiende sin esfuerzo, La lengua de las flores y de las cosas mudas!

NADA

 Por Alejandro Jodorowsky    Lo desaparecido sigue como un suspiro en los pétalos de la memoria hasta que un día se convierte en perfume Temblores virtuosos que dan sabor a las tinieblas

EL OTRO

 Por Jorge Luis Borges    (Fragmento) De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió un artificio análogo. —Oí  —le dijé —, ¿tenés algún dinero?. —Sí  —me replicó —. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón Jichlinski en el Crocodile . —Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien... ahora, me das una de tus monedas. Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció uno de los primeros. Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez. —No puede ser  —gritó —. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro. (Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.) —Todo esto es un milagro  —alcancé a decir — y lo milagroso da miedo. Quienes fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados

LOS FAVORES DE LA LUNA

 Por Charles Baudelaire    La Luna, que es el capricho mismo, miró por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo: «Esta niña me gusta». Y bajó suavemente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. Después se extendió sobre ti con la blanda ternura de una madre y depositó sus colores sobre tu rostro. Tus pupilas quedaron por ello verdes y tus mejillas extraordinariamente pálidas. Contemplando a esta visitante, tus ojos se han agrandado tan extrañamente, y tan tiernamente ha ceñido ella tu garganta, que te ha quedado un continuo deseo de llorar. Sin embargo, en la expansión de su alegría, la Luna llenaba toda la estancia, como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso y toda esa luz viviente pensaba y decía: «Tú sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás bella a mi manera. Amarás lo que yo amo y me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar inmenso y verde; el agua informe y multiforme; el lugar donde no estés; el amante que

EL TIRSO

 Por Charles Baudelaire    A Franz Liszt ¿Qué es un tirso? En sentido moral y poético, es un emblema sagrado en manos de sacerdotes y sacerdotisas que alaban a la divinidad de la que son intérpretes y servidores. Pero físicamente no es más que un bastón, un simple palo, una estaca, tutor de viña, seco, duro y recto. Alrededor de ese palo, en meandros caprichosos, juegan y retozan tallos y flores, éstas sinuosas y huidizas, aquellas colgantes como campanas o copas volcadas. Y una gloria sorprendente brota de esta complejidad de líneas y de colores, apagados o resplandecientes. ¿No parece que la línea curva y la espiral hacen la corte a la línea recta y danzan a su alrededor en muda adoración? ¿No sé diria que todas esas corolas dedicadas, todos esos cálices, explosiones de aromas y colores, ejecutan un místico fandango alrededor del hierático palo? Y, sin embargo, ¿qué mortal imprudente osaría decidir si las flores y los pámpanos fueron hechos para el palo, o si el palo es tan sólo el p

LAS FLORES DEL MAL, UNA DEDICATORIA

 Por Charles Baudelaire    A mi queridísimo y veneradísimo maestro y amigo Théophile Gautier. Aunque te ruego que apadrines Las flores del mal , no creas que ande tan descarriado ni que sea tan indigno del título de poeta como para creer que estas flores enfermizas merecen tu noble patrocinio. Ya sé que en las etéreas regiones de la verdadera poesía no existe el mal y tampoco el bien, como sé que no es imposible que este mísero diccionario de la melancolía y del crimen justifique las reacciones de la moral, del mismo modo que el blasfemo viene a reafirmar la religión. Pero en la medida de mis posibilidades, y a falta de algo mejor, he querido rendir un profundo homenaje al autor de Albertus , de La comedia de la muerte  y de España , al poeta impecable, al mago de la lengua francesa, de quien me declaro con tanto orgullo como humildad, el más devoto, el más respetuoso y el más envidiado de los discípulos. _ Esta muy completa dedicatoria finalmente no acompañó la edición original de Las