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EL CUERPO DE GIULIA-NO (15)

 Por Jorge Eduardo Eielson    (Fragmento) Nada, Dogaresa, nada pudo servir mejor a mi intolerancia por los demás que tú misma, delante de mí, en el papel de suma sacerdotisa de mis deseos y de mis sueños. A fuerza de buscar la luz hubiera podido devorarte un seno, y tu habrías sufrido de esa llaga incurable como de una enfermedad dulcísima, sin lamentarte. Porque tú ya casi no percibías tu cuerpo, no lo distinguías del mío. En el fragor de la noche todo nos estaba permitido, hasta quitarnos nuestro cuerpo por momentos y volvernos una sola criatura celeste, un solo resplandor sobre el lecho. Aunque luego, durante el día ¿recuerdas? el silencio cayera entre nosotros como un manto de plomo. Como las víctimas del Vesubio  —pobres larvas convertidas en piedra, carbón, metal orgánico, momias de la vida diaria —, como las criaturas quemadas por la lava y la ceniza, nuestras palabras en adelante no emitirían sino silencio. ¿Transmutación divina? ¿Sabiduría completa? ¿O total ignorancia? ¿Para

EL CUERPO DE GIULIA-NO (14)

 Por Jorge Eduardo Eielson    (Fragmento) Retiré un brazo fuera de las sábanas, cogí un cigarrillo y lo encendí. De improviso todos mis pensamientos se detuvieron. Me vinieron unos deseos imperiosos de decir algo. Pero la frase que yo buscaba no estaba hecha de palabras. Ni tampoco de pensamiento. Era como una sed ardiente. Como un vacío entre el corazón y el estómago. Todos los poemas escritos durante mi adolescencia parecieron quemarse rápidamente dentro de mí y convertirse en humo. Una última llamarada en la que desaparecían para siempre las palabras, dejándome sumido en una luminosa y solitaria perfección. La dorada jaula terrestre acababa de abrirse ante mí. Me ofrecía algo que todavía no estaba en condiciones de aceptar. Una pureza indescriptible hacía aparecer sagrados mis menores gestos. Superfluo mi propio pensamiento. Perecedera e inútil la más espléndida belleza. El universo entero no era nada comparado con mi propio cigarrillo, con su ceniza grisácea en el cenicero de loza

SIN META

 Por Alejandro Jodorowsky    (Fragmento) Del sueño al sueño, aire, carne, piedra, forma donde se embosca el sufrimiento, cenizas, polvo, sombra, latiendo sin saber qué corazón Cada grito es un cometa, cada palabra un espadazo en el vacío, sonidos como joyas de agua en una lengua seca