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CARTA DE CÉSAR MORO A ANDRÉ COYNÉ

 Por André Coyné   Durante los años que compartí con Moro solamente dos veces regresé a Francia, la segunda en 1955. Yo viajaba, según era costumbre todavía para quien no disponía de mucho dinero, en barcos italianos que iban de Génova a Valparaíso. Demoraban tres semanas en llegar a El Callao. Una de las últimas escalas, antes de cruzar el Canal de Panamá, era La Guaira, el puerto de Caracas. En la distribución del correo, me entregaron una carta de Moro, con fecha del 14 de abril de 1955. Contenía su último poema  —que ni yo ni él sabíamos que sería el último de su vida —. EL SOMBRERO SOBRE TRAFALGAR SQUARE He aquí la nueva estación Este palacio es antiguo Lo mismo este sombrero Detenido en el sitio El poco de agua tesoro del conejo Escondido humilde mezquita por el sombrero Augusto en medio de la plaza De piel Tal el viejo obelisco Obligado a zumbar sino a cantar Sobre el aire de los pequeños panes: El joven se eleva mal a ala esquina del cielo Oh consejo del sabio No molesta Si en

CÉSAR MORO (III)

 Por André Coyné   (Fragmento) En una carta a Xavier Villaurrutia ( Las Moradas - 1949), Moro preguntaba a su amigo, el gran poeta mexicano, también muerto hoy día y siempre vivo en un sueño de olas y de ángeles: "¿Cómo no seguir en los sitios de peligro donde no caben ni salvación ni regreso?"  —y concluía: "Tanto peor si la realidad vence una vez y otra y convence a los eternos convencidos trayendo entre los brazos verdaderos despojos: el hierro y el cemento o la hoz y el martillo como argumentos definitivos para justificar la prodigiosa bestialización de la vida humana. Ese mundo no es el nuestro ". Debemos escoger, no podemos amar esto y aquello, no podemos vivir la vida pantano y la vida mar cielo hoguera. En un mundo en proceso de cretinización, con medios cada vez más perfectos para ello: radio, cinemascope, prensa, televisión  —mundo de la técnica, del ruido, de la propaganda, de la mentira — una sola bomba puede acabar con millones de cuerpos humanos, y u