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Mostrando las entradas etiquetadas como Mar

EL CUERPO DE GIULIA-NO (17)

 Por Jorge Eduardo Eielson    (Fragmento) La mierda llega al mar en confección de luxe. "Mierda made in Perú". ¡Qué idea! ¿Y tus hijos? Millares y millares de automóviles. Al mar. Aves guaneras, gallinazos blancos, al mar. ¿Y tú Mayana?, tú que nunca viste el mar? No lo verás nunca. El cielo gris de Lima, las estrellas de Lima, son de trapo. Una bandera ¿entiendes? una bandera. Envolverás tu hijo en ella y ya no serás peruana ni chuncha ni nada. Al costo irrisorio de 600 dólares ejemplar tendrás un hijo blanco. Trabajará en la Base Experimental Cafetalera de Venus. ¿Es acaso el hombre el único consumidor de café en este mundo? Un hijo blanco con los ojos verdes ¿entiendes? No es lo mismo que un hijo verde con los ojos blancos. Comidos por la sarna. No es lo mismo que un juguete de barro cocido. Que un juguete de papel cagado. Que una sonrisa pestífera y sin dientes. Que diez uñas negras arriba. Diez uñas negras abajo. Y en el centro una barriga llena de tierra de sapo embruja

UN DRAMA A LA ORILLA DEL MAR

 Por Honoré de Balzac   (fragmento) Los jóvenes tienen casi todos un compás con el que se complacen en medir el futuro: cuando su voluntad se ajusta con la osadía del ángulo que abren, el mundo es suyo. Pero este fenómeno de la vida moral tan solo se produce a cierta edad. Esa edad, que para todos los hombres se encuentra entre los veintidós y los veintiocho años, es la de los grandes pensamientos, la edad de las primeras concepciones, porque es la edad de los inmensos deseos, la edad en la que no se duda de nada: quien dice duda, dice impotencia. Después de esta edad rápida como una sementera, viene la de la ejecución. Existen en cierto modo dos juventudes, la juventud durante la que uno cree, y la juventud durante la que uno actúa; muchas veces ambas se confunden en los hombres a los que la naturaleza ha favorecido, y que son, como César, Newton y Bonaparte, los más grandes entre los hombres. Me hallaba yo midiendo cuánto tiempo requiere un pensamiento para desarrollarse; y, con mi c

LOS FAVORES DE LA LUNA

 Por Charles Baudelaire    La Luna, que es el capricho mismo, miró por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo: «Esta niña me gusta». Y bajó suavemente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. Después se extendió sobre ti con la blanda ternura de una madre y depositó sus colores sobre tu rostro. Tus pupilas quedaron por ello verdes y tus mejillas extraordinariamente pálidas. Contemplando a esta visitante, tus ojos se han agrandado tan extrañamente, y tan tiernamente ha ceñido ella tu garganta, que te ha quedado un continuo deseo de llorar. Sin embargo, en la expansión de su alegría, la Luna llenaba toda la estancia, como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso y toda esa luz viviente pensaba y decía: «Tú sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás bella a mi manera. Amarás lo que yo amo y me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar inmenso y verde; el agua informe y multiforme; el lugar donde no estés; el amante que

POEMA AZUL

 Por Lizardo Cruzado    Azul y solo sin saber cómo ni para qué tampoco. Azul y solo sin desnudez y sin veste sin olvido ni recuerdos yo el amargo  el ajado  el zarrapastroso el mudo azul siempre y siempre solo. Aquí —solo y azul — apagado y agrio mirando lo más grandioso y lo más libre lo que no comienza y no termina lo que sólo existe cantando y siempre redivive el mar                   el cielo el mar también azules también solos.