Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Muerte

POETAS EN LA LIMA DE LOS AÑOS TREINTA (I)

 Por Emilio Adolfo Westphalen    (Fragmento) El arco de mis intereses se fue ampliando por influencia de dos condiscípulos: Estuardo Núñez y el que más adelante adoptaría por nombre Martín Adán, cuyas normas de evaluación eran particularmente exigentes para su edad. Ignoro qué orden o concierto habían dispuesto ellos para sus lecturas. Las mías se acumularon como vinieran: autores antiguos y modernos, cuento, novela y teatro, ensayo y poesía, los clásicos españoles en toda la gama, desde el Poema del Cid y el Arcipreste hasta Larra, Espronceda y Moratín, la generación del 98 completa, Ortega y sus discípulos, Gómez de la Serna, Gabriel Miró, mezclados con traducciones de Baudelaire, Flaubert, Nerval, Stendhal, France, Giraudoux, Morand y la gran revelación a los quince años: los primeros tomos de  À la recherche du temps perdu  en la traducción de Salinas. Un tal hartazgo y empacho de literatura no despertaron en mí la mínima veleidad de imitación, a diferencia de mis dos compañeros e

EL CAZADOR DE COINCIDENCIAS

 Por Justo Navarro   (fragmento) Suponte que escribes en una hoja de papel cuanto ves y piensas. Si escribes en una hoja de papel cuanto ves y piensas, poco a poco la vida parece no transcurrir en el presente: la vas escribiendo, y es como si la vieras ya pasada, muerta, como si vieras en la cara de un niño la cara que tendrá cuando viejo. Escribes la vida, y la vida parece una vida ya vivida. Y, cuanto más te acercas a las cosas para escribirlas mejor, para traducirlas mejor a tu propia lengua, para entenderlas mejor, cuanto más te acercas a las cosas, parece que te alejas más de las cosas, más se te escapan las cosas. Entonces, te agarras a lo que tienes más cerca: hablas de ti mismo. Y, al escribir de ti mismo, empiezas a verte como si fueras otro, te tratas como si fueras otro: te alejas de ti mismo conforme te acercas a ti mismo. Ser escritor es convertirse en otro. Ser escritor es convertirse en extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es un

CONFESIÓN

 Por Lev Tolstoi   (Fragmento) Esas son las respuestas directas dadas por la sabiduría humana a la cuestión de la vida. «La vida del cuerpo es un mal y una mentira; por eso la destrucción de la vida del cuerpo es un bien y debemos desearla», dice Sócrates. «La vida es lo que no debe ser, un mal, y el tránsito a la nada es el único bien», dice Schopenhauer. «Todo en el mundo, la necedad, la sabiduría, la riqueza, la miseria, la alegría, el dolor, es vanidad y nadería; el hombre morirá y nada quedará, y esto es absurdo», dice Salomón. «Es imposible vivir sabiendo que el sufrimiento, el debilitamiento, la vejez y la muerte son inevitables; es preciso liberarnos de la vida y de toda posibilidad de vida», dice Buda.  Lo mismo que han dicho y sentido esas mentes poderosas, lo han dicho, pensado y sentido millones de personas como ellos, y eso es lo mismo que he pensado y sentido yo mismo.  Así, mi vagabundeo por las ciencias no sólo no me libró de mi desesperación sino que la exacerbó. Un ár

ERMITAÑO

 Por Alejandro Jodorowsky    En la pampa de la ilusión la barca del sabio se hunde Durante siglos de polvo se ha tragado sus rezos La mosca de la esperanza cruza ajena el firmamento Él ya no es de este mundo Mientras su cuerpo se esfuma canta acumulando ecos: El río no tiene fuente Ni el océano dónde llegar Las estrellas que refleja Se mueren sin avanzar

ALOYSUS ACKER

 Por Martín Adán    (Fragmento) ¡Muerto!... En cuanto miro, no veo Sino tu naríz de hielo. Qué estado perfecto!... ¡Como si Dios creara de cierto!... ¡El no nacido, el no engendrado, muerto! Flores, lágrimas, candelas, Pensamientos, Todo demás, todo demás; Como el deseo... En mi ardida sombra de adentro, Real como Dios, por modo infinito Y sensible, yaces muerto! Yazgo muerto. Y por tí no llora el perro; Y por ti no aúlla la madre; Y por ti calla y no se enjuga el sepulturero. Y ninguno es más sordo, Y ninguno es más ciego, Y ninguno es más ninguno, más yo mismo, sin                                                           (tú alguno, Que tú, el hallado, el rehallado, El perdido, yo o tú, si no es el tiempo, Y siempre, y siempre y nunca El tú que soy y que es el sino, El hermano mayor, el hermano pequeño... Y he de ser el vivo, El Muerto. ¡Como seré vivo, Tú muerto!... El que compra la casa. La que vende su cuerpo, Él, ella, es el otro, Ninguno sin mí, el quedado O el ido en la redor