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UNDERWOOD

   Por Martín Adán   Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas. Por ellas se va con la policía a la felicidad. La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras. No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido. Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas  de tráfico. Las casas rumian sus paces de buey. Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría. Límpiate de entusiasmos los ojos. Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena. Los hombres que tropiezan tienen la carne encallecida de  oficina. El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo. Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres. ¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma. La ciudad lame la noche como una gata famélica. Y tú eres un hombre feliz, quizá el único homb

BAUDELAIRE

 Por César Moro    Bello aire ¹  nocturno Bello hela r de la luna Bello del agua del aire Estío e invierno hermoso Hermosa ave del aire _ ¹ La expresión en francés «Beau de l'air» que utiliza Moro se vale de la similaridad sonora para descubrir un significado en el nombre del poeta. Traducción del francés del poema  Baudelaire  por Sergio Tolentino.

BELLEZA DE LA NOCHE

 Por César Moro    Azul ultramar Calle cerrada de las torcaces Soledad osa la forma Las ramas altas los pájaros Eternos amigos de la noche ¿Cesaré yo de verte Silencio De beber tu elegancia contenida Tu incienso debido al sol A las zancudas lunares Camino al reino de la muerte? _ Traducción del francés del poema Belle de nuit por S.T.G.

LOS FAVORES DE LA LUNA

 Por Charles Baudelaire    La Luna, que es el capricho mismo, miró por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo: «Esta niña me gusta». Y bajó suavemente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. Después se extendió sobre ti con la blanda ternura de una madre y depositó sus colores sobre tu rostro. Tus pupilas quedaron por ello verdes y tus mejillas extraordinariamente pálidas. Contemplando a esta visitante, tus ojos se han agrandado tan extrañamente, y tan tiernamente ha ceñido ella tu garganta, que te ha quedado un continuo deseo de llorar. Sin embargo, en la expansión de su alegría, la Luna llenaba toda la estancia, como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso y toda esa luz viviente pensaba y decía: «Tú sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás bella a mi manera. Amarás lo que yo amo y me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar inmenso y verde; el agua informe y multiforme; el lugar donde no estés; el amante que