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MI ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO (COLOFÓN A NOÉ DELIRANTE)

 Por Arturo Corcuera    Aquí encalla el Arca de Noé delirante . Un descanso en paz merezco después del diluvio y de la     blanca palomica que al Arca con el ramo se ha tornado. No quiere decir que llegue al fin de la travesía. Mañana quizás enchape vigas nuevas y suban otros pasajeros. Remando y martillando cumplo con este trajinar tres     décadas. Podría haberlas dedicado a menesteres más rentables de     haber escuchado malos consejos de buenos amigos. Mirándome al espejo me examino y entre mí repito: ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines de mis patas de gallo, a las que     recomiendo no adelantarse a cantar victoria! Este libro reverdeció de canas mi cabeza (no cesa la Luna      de llorar sobre mis cabellos) y sorprendo al invierno con      sus perlas acicalando al jazmín. Mi pelo blanco enfatiza el negro de mis cejas (y viceversa).     Personifico un Narciso otoñal gozando como loco en     fuente de plata. Doy por terminado Noé deliarante  a los cincuentaitantos  

EL POETA Y LAS MÁSCARAS

 Por Arturo Corcuera    Con la mirada fija, sin alma y sin cuerpo, cuelgan de la      pared: caras con los párpados cerrados resistiéndose     a mirar la vida. Pintarrajeadas, de ojos como fosas, de pómulos      desorbitados; máscaras de la ira, de la noche de     carnaval, de infortunio y misterio. A semejanza del hombre parecen haber sufrido mucho, expresan odio o serenidad, cocinadas en niebla o fuego. Rostros decapitados. Emergen de inhóspitos pozos, abismos y sarcófagos. Han cruzado mares, escenarios, comparsas, danzas rituales; ¿Quién fue ese hombre del antifaz negro? ¿Nunca lo     sabremos? ¿Ese que ríe sin compasión llora en cuanto damos la      vuelta? ¿El del turbante de ébano, el de las calaveras clavadas en      la frente? ¿El de la cara como tambor de guerra? ¿El de enigmático     gesto de dolor? Alguien oscuro y triste se oculta detrás de cada máscara. Seres tasajeados que vienen inmóviles de mundos     desconocidos: se filtran por las paredes,     los desoxida el olvido,

LOS AMANTES (5)

 Por Arturo Corcuera    Para que nadie despierte nuestros sueños, para que nunca nadie camine sobre nuestros pasos, nómadas y dichosos borremos nuestras huellas, recojamos la sombra que abandonamos dormida, germinando en la arena.