LAS FLORES DEL MAL, UNA DEDICATORIA

 Por Charles Baudelaire  


A mi queridísimo y veneradísimo maestro y amigo Théophile Gautier. Aunque te ruego que apadrines Las flores del mal, no creas que ande tan descarriado ni que sea tan indigno del título de poeta como para creer que estas flores enfermizas merecen tu noble patrocinio. Ya sé que en las etéreas regiones de la verdadera poesía no existe el mal y tampoco el bien, como sé que no es imposible que este mísero diccionario de la melancolía y del crimen justifique las reacciones de la moral, del mismo modo que el blasfemo viene a reafirmar la religión. Pero en la medida de mis posibilidades, y a falta de algo mejor, he querido rendir un profundo homenaje al autor de Albertus, de La comedia de la muerte y de España, al poeta impecable, al mago de la lengua francesa, de quien me declaro con tanto orgullo como humildad, el más devoto, el más respetuoso y el más envidiado de los discípulos.


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Esta muy completa dedicatoria finalmente no acompañó la edición original de Las flores del mal. En su lugar, Baudelaire consignó la más sencilla pero igual devota «AL POETA IMPECABLE // AL PERFECTO MAGO DE LAS LETRAS FRANCESAS / A MI MUY QUERIDO Y MUY VENERADO // MAESTRO Y AMIGO // THÉOPHILE GAUTIER // CON LOS SENTIMIENTOS / DE LA MÁS PROFUNDA HUMILDAD // LE DEDICO / ESTAS FLORES ENFERMIZAS // C.B.».




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