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(EL SILENCIO QUE QUEDA ENTRE DOS PALABRAS)

 Por Roberto Juarroz   El silencio que queda entre dos palabras no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae, ni tampoco el que estampa la presencia del árbol cuando se apaga el incendio vespertino del viento. Así como cada voz tiene un timbre y una altura, cada silencio tiene un registro y una profundidad. El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre. Existe un alfabeto del silencio, pero no nos han enseñado a deletrearlo. Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable, tal vez más que el lector.

MAQUILLAGE

 Por Desconocido   Vicio y virtud son para el artista instrumentos de un arte. Oscar Wilde La incomprensión ha sido siempre muro contra el cual ha golpeado el Arte; el artista, sobre todo hoy en que tan tremenda fisura lo separa del público, ha tenido que luchar no solo con los terribles problemas de la creación, sino también por hacer llegar su voz, por hacer oír su mensaje. Esa actitud ha sido siempre fuente de angustia para el artista, que por medio del arte no hace otra cosa que buscar una comunicación con el mundo externo, que quiere ardientemente hablar a los hombres de su visión personal de la vida y de las cosas. Este estado de antagonismo entre el artista que produce y el público, al cual está destinada la obra de arte, se ha ido acentuando hasta llegar el punto culminante al que asistimos, las razones provienen casi siempre del hecho que el artista está en la vanguardia del pensamiento de su época, su intuición o su inteligencia le han hecho adivinar o conocer los caminos por

CARTA DE CÉSAR MORO A ANDRÉ COYNÉ

 Por André Coyné   Durante los años que compartí con Moro solamente dos veces regresé a Francia, la segunda en 1955. Yo viajaba, según era costumbre todavía para quien no disponía de mucho dinero, en barcos italianos que iban de Génova a Valparaíso. Demoraban tres semanas en llegar a El Callao. Una de las últimas escalas, antes de cruzar el Canal de Panamá, era La Guaira, el puerto de Caracas. En la distribución del correo, me entregaron una carta de Moro, con fecha del 14 de abril de 1955. Contenía su último poema  —que ni yo ni él sabíamos que sería el último de su vida —. EL SOMBRERO SOBRE TRAFALGAR SQUARE He aquí la nueva estación Este palacio es antiguo Lo mismo este sombrero Detenido en el sitio El poco de agua tesoro del conejo Escondido humilde mezquita por el sombrero Augusto en medio de la plaza De piel Tal el viejo obelisco Obligado a zumbar sino a cantar Sobre el aire de los pequeños panes: El joven se eleva mal a ala esquina del cielo Oh consejo del sabio No molesta Si en

CÉSAR VALLEJO Y LA POESÍA SOCIAL

   Por Sebastián Salazar Bondy   En su inteligente nota titulada "A propósito del Canto General  de Pablo Neruda" (Véase Sur, N° 198, abril de 1951) H. A. Murena dice: "Las ventajas que el marxismo le ha dado por un lado se las ha quitado por el otro, pues de su mano ha ido a caer Neruda en el viejo engaño, sostenido en los últimos años por César Vallejo y Jorge Icaza, de que la literatura americana debe ser social...". Creo que un conocimiento muy somero e indirecto del pensamiento de César Vallejo puede haber llevado a Murena a afirmar que el poeta peruano fue marxista (como se desprende del párrafo citado) y que él sostuvo que la literatura de nuestro continente debía ser social. No debido a un prurito nacionalista, que no poseo, sino movido por la devoción que hacia César Vallejo tengo, es que me siento obligado a destacar la posición del autor de Poemas humanos al respecto. La poesía social, según habitualmente se la entiende y la definen sus adictos, es la q

EGUREN

 Por José Carlos Mariátegui   José María Eguren representa en nuestra historia literaria la poesía pura. Este concepto no tiene ninguna afinidad con la tesis del Abate Bremond. Quiero simplemente expresar que la poesía de Eguren se distingue de la mayor parte de la poesía peruana en que no pretende ser historia, ni filosofía ni apologética, sino exclusivamente y solamente poesía. Los poetas de la República no heredaron de los poetas de la Colonia la afición a la poesía teológica —mal llamada religiosa o mística — pero si heredaron la afición a la poesía cortesana y ditirámbica. El parnaso peruano se engrosó bajo la república con nuevas odas, magras unas, hinchadas otras. Los poetas pedían un punto de apoyo para mover el mundo, pero este punto de apoyo era siempre un evento, un personaje. La poesía se presentaba, por consiguiente, subordinada a la cronología. Odas a los héroes o hechos de América, cuando no a los reyes de España, constituían los más altos monumentos de esta poesía de ef

CESAR MORO (I)

 Por André Coyné   (Fragmento) ¿Ideas? Pobres ideas... Lo que de nosotros vale no son las ideas. ¿Qué ideas hay nuestras? y, a la hora de las horas ¿qué nos importan nuestras ideas? Podemos cambiarlas: moda, anto jo —un día esto, otro día aquello —. Mejor no tenerlas ya que, pasadas las modas y los antojos, un solo hecho queda, inalterable: nuestra sensibilidad. No digo sentimiento, sensiblería: sensibilidad , la aptitud para comunicarnos, inmediatamente, con el mundo, para tejer la red sin fin de relaciones entre nosotros y cada cosa, nosotros y cada ser del universo, la tierra, el cielo, el mar, un rostro, un objeto, una mirada, hoy, siempre hoy, ayer hoy, mañana hoy, de día o de noche, en la vigilia o en el sueño.

EL GUARDADOR DE REBAÑOS (III)

 Por Alberto Caeiro   (Fragmento) Creo en el mundo como en una margarita porque lo veo. Pero no pienso en él, porque pensar es no comprender... El mundo no se hizo para pensar en él (pensar es estar enfermo de los ojos) sino para mirar hacia él y estar de acuerdo... Yo no tengo filosofía: tengo sentidos... Si hablo de Naturaleza no es porque sepa lo que es sino porque la amo, y la amo por eso, porque quien ama nunca sabe lo que ama ni sabe por qué ama, ni lo que es amar... Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia es no pensar...

LA PEREZA. PASIÓN POR LA INDIFERENCIA. PREÁMBULO

 Por Sergio Benvenuto  Sobre la cabeza del monje, allí en Egipto, solo en el desierto de piedra, donde transcurre la vida tratando de parecerse todo lo posible a Cristo, se cierne un peligro mortal. A medio día, cuando el sol ha llegado a lo más alto y el calor aprieta, el «demonio del mediodía»  —enemigo que no da tregua y despiadado — se adueña del alma del solitario. Monakos , en griego, quiere decir solitario y célibe  — single , que diríamos hoy —. Estos solitarios, por lo demás singulares, llamarán akedia , en griego, a este flagelo del mediodía, término posteriormente latinizado en acedia . El « a » es privativo y kedos  quiere decir cuidado. Así pues, acidia  es desgana, indiferencia, negligencia. Es no tener cuidado de... Hoy los traductores italianos de ese término prefieren usar sconforto , de connotaciones más directamente relacionadas con desánimo o desaliento. Más tarde, desde las tebaidas egipcias  —Nitria, Kellia, Scetis — la acidia o acedía , como también se dice en c