CÉSAR VALLEJO Y LA POESÍA SOCIAL

  Por Sebastián Salazar Bondy 


En su inteligente nota titulada "A propósito del Canto General de Pablo Neruda" (Véase Sur, N° 198, abril de 1951) H. A. Murena dice: "Las ventajas que el marxismo le ha dado por un lado se las ha quitado por el otro, pues de su mano ha ido a caer Neruda en el viejo engaño, sostenido en los últimos años por César Vallejo y Jorge Icaza, de que la literatura americana debe ser social...".

Creo que un conocimiento muy somero e indirecto del pensamiento de César Vallejo puede haber llevado a Murena a afirmar que el poeta peruano fue marxista (como se desprende del párrafo citado) y que él sostuvo que la literatura de nuestro continente debía ser social. No debido a un prurito nacionalista, que no poseo, sino movido por la devoción que hacia César Vallejo tengo, es que me siento obligado a destacar la posición del autor de Poemas humanos al respecto. La poesía social, según habitualmente se la entiende y la definen sus adictos, es la que está compenetrada con un programa político, específicamente clasista, y comprometida en sus raíces mismas con los principios de un partido (en especial el comunista), a cuya propaganda revolucionaria sirve. Su forma ha de ser accesible y su fondo debe contener un mensaje. He allí, en pocas palabras, su esencia. Bien clara es la actitud de Vallejo en ese sentido. Está expuesta en un artículo suyo publicado en la revista Mundial de Lima, fechado en Paris el 30 de diciembre de 1927, en el cual sostiene que "el artista es inevitablemente un sujeto político, pero no ha de reducirse a orientar un voto electoral de las multitudes o a reforzar una revolución económica en el hombre...", y que "cualquier versificador como Maiakovski puede defender la excelencia de la fauna soviética del mar, pero solamente Dostoievski puede suscitar grandes y cósmicas urgencias de justicia humana" (1). Lo mismo manifiesta su artículo titulado "Literatura proletaria", fechado también en París el 21 de setiembre del año siguiente y publicado en la misma revista, en donde confiesa textualmente: "Como hombre puedo simpatizar y trabajar por la Revolución, pero como artista no está en manos de nadie ni en las mías propias el controlar los alcances políticos que pueden ocultarse en mis poemas" (2). Tangencialmente se refiere Vallejo al problema en muchos de los artículos dados a conocer por aquella publicación limeña, siempre negándose a servir con su poesía la causa política con la cual simpatizó. Creo también que a ello alude en una nota de "Se prohíbe hablar al piloto" (3), donde expresa: "Amigo Alfonso Reyes, señor ministro plenipotenciario: tengo el gusto de afirmar a usted que, hoy y siempre, toda obra de tesis, en arte como en vida, me mortifica".

Es posible que el error de Murena se desprenda del uso intencionado que ciertos grupos políticos ha hecho de la obra de César Vallejo (yo he sido testigo perplejo de la disputa de su cadáver, hace algunos años en el Perú) y de los interesados comentarios de que ha sido objeto. Contra ellos tenemos un testimonio irrebatible: sus libros. La poesía de Vallejo rebasa —no así la de otros, incluso la del propio Neruda— toda calificación ideológica, extrapoética. Su posición ante América —y esta atingencia sí que es justa— fue, en todo caso, la de un indigenista de tipo evangélico, no por ello menospreciador de la sustancia cosmopolita que enriquece humanamente nuestro continente. Sufrió profundamente, encerrado por Europa, por la miseria de Europa, que no sospechó al ir hacia allá, la época que le tocó vivir, y su palabra estuvo empapada de compasión desesperada e impotente, sin optar por una bandería, escogiendo más bien el partido del hombre de cualquier clase, de la víctima inocente de toda guerra. Estuvo con las causas populares, es cierto, pero no tanto como se cree con las facciones que la encarnaron.

Estoy absolutamente de acuerdo con el punto de vista sobre la literatura americana que Murena desarrolla en el artículo que comento. Valga esta amistosa salvedad, que no tiene otro fin que la de ganar para su causa la figura de un gran poeta no siempre bien comprendido, como la forma más viva de adhesión.

(1) "Nota bibliográfica sobre Vallejo". Mar del Sur, mayo-junio de 1950, Lima. Antología de César Vallejo, Buenos Aires, 1942.

(2) Íbid.

(3) Antología de César Vallejo. Buenos Aires, 1942.

Publicado en Sur, Buenos Aires, N° 199, mayo de 1951, pp. 82-83.




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