CON EL CORAZÓN EN LA MANO

 Por Charles Baudelaire  


(Selección)


I

Acerca de la vaporización y de la centralización del Yo. Esta frase lo contiene todo.

A propósito de un cierto placer sensual que se siente en compañía de los extravagantes.

(Puedo comenzar con El corazón al desnudo por cualquier parte y de cualquier modo, y continuarlo, día a día, siguiendo la inspiración del momento y de las circunstancias, con tal de que la inspiración esté viva.)

El primero al que se le ocurra, con tal de que sepa divertir, tiene derecho a hablar de sí mismo.

Comprendo que se pueda abandonar una causa para saber lo que se puede sentir al servicio de otra diferente.

Podría resultar grato ser alternativamente víctima y verdugo.


III

La mujer es lo contrario del Dandy. Por consiguiente, debe causar horror.

La mujer tiene hambre y quiere comer. Sed, y quiere beber. Está en celo y desea ser follada.

¡Vaya mérito!

La mujer es natural, es decir abominable.

En consecuencia, es siempre vulgar, es decir, lo contrario del Dandy.

***

En relación con la Legión de Honor.

El que solicita la cruz da la impresión de que está diciendo: si no me condecoran por haber cumplido con mi deber, no volveré a hacerlo de nuevo.

—Si un hombre tiene méritos, ¿para qué condecorarlo? Si no tiene se le puede condecorar, ya que la cosa le dará cierto lustre.

Cuando uno consciente en ser condecorado, le reconoce al Estado o al príncipe el derecho de juzgarlo, de ilustrarlo, etc.

***

Por otro lado, si el orgullo no la prohibiera, la humildad cristiana es contraria a la cruz.

Cálculo en favor de Dios.

Nada existe sin objetivo.

Por consiguiente, mi existencia tiene un objetivo. ¿Qué objetivo? Lo ignoro.

No soy yo, pues, el que lo ha fijado. Se trata, por consiguiente, de alguien más sabio que yo. Es preciso pues rogar a ese alguien para que me ilumine. Es la opción más inteligente.

El Dandy debe aspirar a ser sublime sin interrupción; debe vivir y dormir delante de un espejo.


IV

(...)

El Misticismo, punto de unión entre el paganismo y el cristianismo. El paganismo y el cristianismo se justifican de manera recíproca.

(...)


V

Mi embriaguez de 1948.

¿De qué naturaleza era esta embriaguez?

Regusto por la venganza. Placer natural ante la demolición.

Embriaguez literaria; recuerdo de lecturas.

El 15 de mayo —siempre la atracción de la destrucción. Atracción legítima si todo lo que es natural es legítimo.

***

Los horrores de junio. Locura del pueblo y locura de la burguesía. Amor natural del crimen.

***

Mi furor cuando el golpe de Estado. Cuántos escopetazos he soportado. ¡Otro Bonaparte!, ¡qué vergüenza!

Y sin embargo todo se ha pacificado. ¿Acaso no tiene el presidente un derecho al que puede recurrir?

Lo que es el emperador Napoleón III. Lo que quiere. Buscar algo que explique su naturaleza, y su carácter providencial.


VI

Ser un hombre útil me ha parecido siempre como algo en verdad espantoso.

***

1948 sólo fue divertido porque cada uno fabricaba utopías al respecto, como castillos en el aire.

1948 sólo fue encantador por el exceso mismo del Ridículo.

***

Robespierre sólo es estimable por el hecho de haber producido unas cuantas bellas frases.

(...)


VII

POLÍTICA.

No tengo convicciones, tal como las entienden las personas de mi siglo, porque no tengo ambición.

No hay en mí base alguna para una convicción.

Hay en las personas honradas cierta cobardía, o más bien cierta flojedad.

Sólo los bandidos están convencidos —¿de qué? de que deben triunfar. Por eso triunfan.

¿Por qué iba yo a triunfar si ni siquiera tengo ganas de intentarlo?

Se pueden fundar imperios gloriosos sobre el crimen, y religiones nobles sobre la impostura.

***

Sin embargo, tengo algunas convicciones, en un sentido más elevado, pero que la gente de mi época no puede comprender.


X

(...)

Hay que trabajar, si no es por gusto, al menos por desesperación, ya que, si echamos las cuentas, trabajar es menos aburrido que divertirse.



_

El título francés Mon cœur mis à nu— está sacado de los Marginalia de Poe, donde podemos leer: «Si se le ocurriera a algún ambicioso la fantasía de revolucionar de golpe el mundo entero del pensamiento humano, de la opinión humana y del sentimiento humano... le bastaría con escribir y publicar un libro muy cortito. Su título sería sencillo —algunas palabras muy claras: Mi corazón desnudo. Pero ese libro debería ser fiel a las promesas del título».





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